Tu carrera, tu trabajo, tus estudios, tu vida… ¿Necesitas un Mentor?
Si lees revistas de Negocios, Deportes, Moda, Economía, Salud…, o visitas cualquier sitio web que publique artículos, noticias o “últimas informaciones” sobre empresarios, directivos, deportistas, madres trabajadoras dentro y fuera de casa, o adolescentes en periodos de ser y actuar como tales…, es probable que te hagan creer que todos ellos y ellas son personas estoicas y solitarias. Individuos que se levantan antes de irse a dormir, hacen ejercicio durante toda la jornada laboral y nunca, nunca le piden consejo a nadie más que a sí mismos. Pues estás equivocado: son personas normales, como nosotros, y a veces necesitan ayuda. Es decir, un Mentor.
Podemos preguntarnos: Y yo, ¿necesito un mentor?… Hay un símil, que es «la soledad del corredor de fondo», que cabría aplicar perfectamente a la persona en proceso continuo de afrontar cambios. Porque cuando eres el último responsable de tu vida, tienes tomar todas las decisiones claves por ti mismo.
Pero la idea del lobo solitario puede resultar imprecisa. Por definición, administrar una vida significa que tienes que hacer malabares con múltiples roles y habilidades. Si bien es importante tener un sano nivel de autosuficiencia y determinación, en los momentos críticos de cambio, es probable que en algún momento nos sintamos abrumados por las cosas novedosas, aquellas que aún no sabemos abordar. Una pregunta que en tales momentos nos puede ayudar al tomar una decisión es: ¿descubro cómo hacerlo por mi cuenta o necesito un mentor?
Claro que hay muchas cosas que podremos (y debemos) manejar solos, pero tarde o temprano necesitaremos pedir consejo. Y es entonces, cuando todo empieza a parecer complicado, incluso irresoluble, cuando es clave tener un mentor, una persona o personas de confianza a las que recurrir. Diseñar y cultivar ese apoyo es importante. No todo el mundo tiene la suerte de contar con personas a su alrededor que ofrezcan diferentes perspectivas, lo que permite considerar un enfoque aún más holístico para ciertas decisiones.
El Mentoring puede provenir de muchos lugares diferentes. Un Mentor puede ser una persona, una empresa, una tecnología, un grupos de iguales… Puede ser cualquier persona o cualquier cosa en la que uno confíe, y cuyo consejo sea relevante y digno de ser tenido en cuenta. Alguien o algo que está interesado en su bienestar como persona y como profesional. También puede ser útil tener un consejero o un conjunto de ellas (consejo) que le asesoren a uno. Cada una con sus propias áreas específicas de experiencia.
Es importante buscar un mentor tal y como haríamos con cualquier servicio, para asegurarnos de que sea el adecuado para lo que necesitamos. Alguien que nos entienda y que comprenda la naturaleza del momento de cambio en el que estamos inmersos, o alguien que esté dispuesto a conocerlo a fondo. Además, alguien con una amplia experiencia complementaria que sea realmente relevante para uno, porque si después su opinión no le va a merecer crédito, mejor apaga y vámonos.
También es importante dar con un mentor que le empuje a uno a salir de su zona de confort. Puede ser cualquier cosa, desde expandir la oferta de conocimientos a tener una conversación difícil con un buen amigo u organizar y ser parte de un evento singular, especial, y poco frecuente.
Y si no basta con una persona, se pueden elegir varias. Personas de apoyo que ayuden a poner las cosas en perspectiva; que sean caja de resonancia; que le superen a uno en mentalidad vivencial; quizás de terrenos diferentes al propio; algún estratega brillante e increíblemente apasionado por la sostenibilidad, la vulnerabilidad, la ética, o la pasión por hacer y crecer; y que no falta aquel con cantidad de buenos consejos sobre cómo autovalorarse uno, que es una lección vital para aprender de por vida.
Un mentor puede ser especialmente útil para ayudar a reconocer las propias fortalezas y debilidades y brindar el apoyo necesario en las áreas más necesitadas de cambio y crecimiento. Es clave enfocarse en cómo tratar con las personas que están a nuestro lado, cómo comunicarnos con ellas en positivo, y poder estar seguro de que todos estén “remando” hacia el mismo objetivo.
Como mínimo, hay que pensar en un chequeo semestral de la “salud de sus decisiones vitales”. Es como acudir al dentista, pero sin todo el trauma físico y psicológico. Pero las citas con el Mentor pueden tener la frecuencia que uno precise.
Parafraseando a un gran amigo (y mentor), “El mejor regalo que podemos hacerle a una persona, y, sobre todo, si esta es adolescente, es ponerle un mentor en su vida”.
¿Te animas y hablamos?…